1/11/2021
Pablo Martínez Muñiz
Cuando empezamos a conceptualizar la marca La Sultana. Jabones artesanales y creamos los primeros diseños de packaging, el logo y empezamos a fotografiar los jabones, nuestro amigo Javi nos sugirió que, ya que el nombre de la marca iba a ser La Sultana, por qué no personalizar cada jabón con el nombre de una sultana otomana. Nos pareció una idea genial así que nos pusimos a la faena y empezamos a investigar en el tema. Sultanas ha habido muchas a lo largo de la historia del Imperio Otomano, pues eran, lógicamente, las esposas de los sultanes. Pero no eran meras esposas sin ninguna importancia institucional, sino que su poder igualaba, y en algunos casos, superaba, al de sus maridos, muchos de ellos incompetentes para el poder, dementes impedidos o sádicos mandatarios. Así pues, a la hora de nombrar nuestros jabones decidimos concentrarnos en un periodo denominado el Sultanato de las mujeres, periodo comprendido aproximadamente entre 1533 y 1656.
El Sultanato de las mujeres fue un periodo de extraordinaria influencia política ejercida por las esposas y las madres de los sultanes otomanos. Comenzó durante el reinado del gran Solimán el Magnífico, cuya mujer, Hürrem Sultan —conocida en Europa por el nombre de Roxelana— igualaba en poder e inteligencia a su marido y ejerció una gran influencia durante uno de los reinados más importantes de toda la historia del Imperio Otomano. Cabe mencionar que el poder de las mujeres sultanas podía ser ejercido por la Haseki Sultan—consorte principal del sultán— o por la Valide Sultan —madre del sultán—. A menudo una y otra rivalizaban por ejercer mayor influencia sobre el sultán. La Valide Sultán era quizás la posición más importante en el Imperio Otomano después de la del sultán y su poder abarcaba enorme influencia en los asuntos de estado, el gobierno del harén y la gestión de importantes recursos económicos. Durante el periodo del Sultanato de las mujeres se dio la circunstancia que hubo varios sultanes que accedieron al trono siendo niños y otros que directamente eran incompetentes, propiciando que el poder de las Valide Sultan fuera aún mayor. Cuando la posición de Valide Sultan estaba vacante, la Haseki Sultan podía asumir el rol de Valide Sultan, y así beneficiarse de altas cuotas de poder.
Un hecho capital que determinó el poder de las sultanas en este periodo fue el hecho de que Solimán el Magnífico se casó con Hürrem Sultan, ya que, hasta entonces, los sultanes no se casaban, sino que disponían de un harén lleno de concubinas que le iban dando herederos. Cuando una concubina daba a luz a un heredero, esta era enviada a una lejana provincia con su hijo cuando alcanzaba la edad adulta para que la gobernara, a la espera de que cuando el padre muriera, pudiera regresar a Constantinopla y competir con el resto de sus hermanastros por el trono otomano. Todas las concubinas eran esclavas, así pues, cuando Solimán el Magnífico se casó con Hürren Sultan, esta fue liberada de la esclavitud y se le otorgó el título de Haseki Sultan.
El periodo del Sultanato de Mujeres estuvo formado por Hürrem Sultan, Mihrimah Sultan —hija de Solimán el Magnífico y Hürrem, la única que no fue consorte de un sultán, pero su poder como consejera de Solimán tras la muerte de su madre en 1558 fue comparable al del resto de sultanas—, Nurbanu Sultan, Safiye Sultan, Handan Sultan, Halime Sultan, Kösem Sultan y Turhan Sultan. A lo largo de las siguientes entradas del blog os iremos contando la vida de estas mujeres, cuyo legado forma parte de la identidad otomana.