09/11/2023
Pablo Martínez Muñiz
Son ya muchas veces las que nuestros clientes nos preguntaban por los champús sólidos hasta que nos hemos animado a sacar una nueva gama de este producto, que reúne todas las características de La Sultana. Jabones artesanales: son productos artesanales, veganos y ecológicos. Así pues, son dos los champús sólidos que hemos creado: de lavanda y de ortiga verde.

El champú sólido de lavanda es un producto ecológico hecho a partir de aceites y productos naturales indicado para cueros cabelludos secos, irritados y sensibles; y para cabellos secos, encrespados y deshidratados. Posee unas funciones hidratantes, antiinflamatorias, fotoprotectoras, antibacterianas, tonificantes, desintoxicante, descongestionante, cicatrizante y hasta calmante. Es un gran regenerador celular.

El champú sólido de ortiga verde es un producto ecológico hecho a partir de aceites y productos naturales indicado para cueros cabelludos grasos y con caspa; y para cabellos secos y normales. Posee unas funciones hidratantes, antiinflamatorias, fotoprotectoras, purificadoras y astringentes. Aporta brillo y suavidad al cabello y ayuda al crecimiento por lo cual es ideal para la caída del cabello.

15/01/2022
Pablo Martínez Muñiz
Llevábamos tiempo pensando en el carbón activo. Quizás porque Carlos se ha pasado unos meses embobado con el volcán de La Palma, con todas las cenizas y lava que ha expulsado. O quizás porque hace unos meses nos fuimos de vacaciones a Lanzarote y nos quedamos extasiados ante los paisajes marrones y negros de la lava, paisajes, que nos recordaban a este preciado material negro.

El carbón activo es un producto muy peculiar que se obtiene de la combustión de materia orgánica vegetal rica en carbono: corteza de frutos secos (almendras, nueces, avellanas), cáscaras de coco, turba, palmeras u otras maderas. El resultado es una familia de adsorbentes carbonáceos altamente cristalinos y con una porosidad interna muy desarrollada. Para poder ser utilizado en cosmética debe ser previamente activado mediante un proceso de oxidación que aumenta su porosidad y potencia su absorción, es decir, su capacidad de atraer toxinas a la superficie. Si esta capacidad la trasladamos al plano del cuidado corporal, queda patente que el carbón activo es muy beneficioso para extraer de la piel todo tipo de poros, grasas, células muertas, etc., cuidando y dejando intacta la piel.

Además de su uso en la cosmética, el carbón activo se ha venido utilizando en ámbitos muy diversos: para purificar agua y tratar aguas residuales, tratar intoxicaciones, purificación de glicerina, extracción de minerales, etc.

Entre las propiedades dermatológicas del jabón de carbón activo cabe destacar que tiene poderosos efectos en el rostro: elimina las manchas, controla la grasa, lo rejuvenece y limpia espinillas y poros. Respecto a los aceites utilizados en la elaboración del jabón, el aceite de oliva nutre, regenera y suaviza la piel. La manteca de karité aporta una buena hidratación a la piel, es un regenerador celular apropiado para cicatrices, activa la producción de colágeno, tiene un efecto calmante y anti irritaciones, posee propiedades antiinflamatorias y protege de las quemaduras solares. El aceite de coco contiene vitamina E y es un poderoso antioxidante que previene el envejecimiento prematuro de la piel. También tiene propiedades antibióticas. Y, por último, el aceite de ricino posee propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas e hidratantes.

A nuestro jabón de carbón activo le hemos dado el nombre de Turhan, quien fue la esposa del sultán otomano Ibrahim I. De origen rutenio (en la actual Ucrania), a los 12 años de edad fue enviada al palacio de Topkapi por el gran khan de Crimea como regalo para la madre de su futuro marido Ibrahim, la todopoderosa Valide Kösem Sultan, y pasó a formar parte del harém hasta convertirse, con el paso de los años, en una de las sultanas más poderosas de Imperio otomano.

15/12/2021
Pablo Martínez Muñiz
Con la llegada de las Navidades nos propusimos hacer un jabón especial que utilizara materias primas que, de una forma u otra, se pudieran asociar con las fiestas. Así pues, se nos ocurrió que el vino era una excelente materia prima, símbolo de los eventos sociales y de las celebraciones (sí, ¡nos gusta mucho el vino!), con un color rojizo oscuro que bien se podría relacionar con las fiestas navideñas y con un montón de propiedades beneficiosas para la piel. Por otro lado, la arcilla roja combinaba muy bien y aportaba un toque exfoliante que tanto nos gusta.

Así pues, manos a la obra, Carlos empezó a experimentar para conseguir la mejor de las fórmulas y en poco tiempo logramos hacer unos excelentes jabones. A continuación, Pablo se puso con la fotografía, tomando como referentes iconográficos la uva y Oriente para realizar unas atractivas imágenes.

Entre las propiedades dermatológicas del jabón de vino y arcilla roja, cabría destacar que el vino tinto contiene antioxidantes que ayudan a combatir el envejecimiento, a restaurar el colágeno y las fibras elásticas. Estimula la flacidez de la piel, reduciendo las líneas finas y las arrugas. Por otra parte, la arcilla roja posee propiedades calmantes, desintoxicantes, antiinflamatorias y depurativas. Actúa como un exfoliante natural que limpia, purificar y regenera la piel. Respecto a los aceites utilizados en la elaboración del jabón, el aceite de oliva nutre, regenera y suaviza la piel. El aceite de coco contiene vitamina E y es un poderoso antioxidante que previene el envejecimiento prematuro de la piel. También tiene propiedades antibióticas. Y la manteca de karité aporta una buena hidratación a la piel, es un regenerador celular apropiado para cicatrices, activa la producción de colágeno, tiene un efecto calmante y anti irritaciones, posee propiedades antiinflamatorias y protege de las quemaduras solares.

A nuestro jabón de vino y arcilla roja le hemos dado el nombre de Kösem, también conocida como Mahpeyker, quien fue considerada como la mujer más poderosa de la historia otomana. Fue Haseki Sultan de Ahmed I, sultán del Imperio otomano durante el siglo XVII. Alcanzó el poder e influenció el curso del Imperio otomano a través de sus hijos el sultán Murad IV e Ibrahim I, y finalmente a través de su nieto menor Mehmed IV. Fue Valide Sultan (reina madre) desde 1623 a 1651, cuando sus hijos Murad IV e Ibrahim I, y su nieto Mehmed IV reinaron como sultanes otomanos.

1/11/2021
Pablo Martínez Muñiz
Cuando empezamos a conceptualizar la marca La Sultana. Jabones artesanales y creamos los primeros diseños de packaging, el logo y empezamos a fotografiar los jabones, nuestro amigo Javi nos sugirió que, ya que el nombre de la marca iba a ser La Sultana, por qué no personalizar cada jabón con el nombre de una sultana otomana. Nos pareció una idea genial así que nos pusimos a la faena y empezamos a investigar en el tema. Sultanas ha habido muchas a lo largo de la historia del Imperio Otomano, pues eran, lógicamente, las esposas de los sultanes. Pero no eran meras esposas sin ninguna importancia institucional, sino que su poder igualaba, y en algunos casos, superaba, al de sus maridos, muchos de ellos incompetentes para el poder, dementes impedidos o sádicos mandatarios. Así pues, a la hora de nombrar nuestros jabones decidimos concentrarnos en un periodo denominado el Sultanato de las mujeres, periodo comprendido aproximadamente entre 1533 y 1656.

El Sultanato de las mujeres fue un periodo de extraordinaria influencia política ejercida por las esposas y las madres de los sultanes otomanos. Comenzó durante el reinado del gran Solimán el Magnífico, cuya mujer, Hürrem Sultan —conocida en Europa por el nombre de Roxelana— igualaba en poder e inteligencia a su marido y ejerció una gran influencia durante uno de los reinados más importantes de toda la historia del Imperio Otomano. Cabe mencionar que el poder de las mujeres sultanas podía ser ejercido por la Haseki Sultan—consorte principal del sultán— o por la Valide Sultan —madre del sultán—. A menudo una y otra rivalizaban por ejercer mayor influencia sobre el sultán. La Valide Sultán era quizás la posición más importante en el Imperio Otomano después de la del sultán y su poder abarcaba enorme influencia en los asuntos de estado, el gobierno del harén y la gestión de importantes recursos económicos. Durante el periodo del Sultanato de las mujeres se dio la circunstancia que hubo varios sultanes que accedieron al trono siendo niños y otros que directamente eran incompetentes, propiciando que el poder de las Valide Sultan fuera aún mayor. Cuando la posición de Valide Sultan estaba vacante, la Haseki Sultan podía asumir el rol de Valide Sultan, y así beneficiarse de altas cuotas de poder.

Un hecho capital que determinó el poder de las sultanas en este periodo fue el hecho de que Solimán el Magnífico se casó con Hürrem Sultan, ya que, hasta entonces, los sultanes no se casaban, sino que disponían de un harén lleno de concubinas que le iban dando herederos. Cuando una concubina daba a luz a un heredero, esta era enviada a una lejana provincia con su hijo cuando alcanzaba la edad adulta para que la gobernara, a la espera de que cuando el padre muriera, pudiera regresar a Constantinopla y competir con el resto de sus hermanastros por el trono otomano. Todas las concubinas eran esclavas, así pues, cuando Solimán el Magnífico se casó con Hürren Sultan, esta fue liberada de la esclavitud y se le otorgó el título de Haseki Sultan.

El periodo del Sultanato de Mujeres estuvo formado por Hürrem Sultan, Mihrimah Sultan —hija de Solimán el Magnífico y Hürrem, la única que no fue consorte de un sultán, pero su poder como consejera de Solimán tras la muerte de su madre en 1558 fue comparable al del resto de sultanas—, Nurbanu Sultan, Safiye Sultan, Handan Sultan, Halime Sultan, Kösem Sultan y Turhan Sultan. A lo largo de las siguientes entradas del blog os iremos contando la vida de estas mujeres, cuyo legado forma parte de la identidad otomana.

15/10/2021
Pablo Martínez Muñiz
Descubrí el jabón de Alepo el año 2001, en el transcurso de un viaje que me llevó a recorrer la región kurda del este de Turquía y Siria. En esa época yo vivía en Estambul y visité numerosos lugares de la región. Recuerdo que cuando llegué a Alepo me llamó la atención los innumerables comercios del bazar y sus calles aledañas que vendían el jabón de Alepo. Eran comercios dedicados únicamente a la venta del preciado jabón, el cual se encontraba amontonado de una forma muy ordenada y cada pila de jabones tenía una antigüedad y un precio diferente. Y es que el jabón de Alepo es como el vino, que cuanto más envejece, mejores cualidades posee. Volví a Alepo en dos ocasiones más, en 2004 y 2010, y en cada viaje aprovechaba para comprar uno o dos kilos de jabón y tener provisiones para largo tiempo. La fotografía que acompaña este texto la realicé en el bazar de Alepo en mayo de 2010, apenas unos meses antes del comienzo de la guerra civil que ha asolado Siria. Así pues, el uso del jabón de Alepo para el baño se convirtió con el tiempo en un hábito hasta hoy en día, un fetichismo que transformaba el baño cotidiano en una ocasión para disfrutar de su extraña fragancia y sus magníficas cualidades dermatológicas.

También sus cualidades estéticas me fascinaron desde el principio. El jabón de Alepo tiene una forma rectangular e irregular, con una textura igualmente irregular de forma que no hay dos piezas de jabón iguales. Su color es de un marrón terroso que adquiere tonos diferentes en función de su edad, ya que ese tono marrón se adquiere por un proceso de oxidación, pues al fabricarlo, el jabón es de un color verde oliva intenso. De hecho, partir el jabón por la mitad puede ser una sorpresa al poder apreciar su interior verde. Todos los jabones llevan en la parte superior un cuño circular que identifica al fabricante, escrito en alfabeto árabe. Se complementa con 8 estrellas para indicar que el jabón contiene un 40% de aceite de bayas de laurel (5% por cada estrella) o 4 estrellas si contiene un 20%.

El jabón de Alepo está considerado como el jabón duro más antiguo del mundo y el primero en introducir el proceso de saponización (proceso necesario para que el jabón endurezca), ya que hasta entonces solo existían emulsiones jabonosas líquidas. Su origen está datado hace aproximadamente 2.000 años y para su fabricación se utilizan únicamente ingredientes naturales: aceite de oliva, aceite de bayas de laurel, agua y sosa cáustica. A raíz de las Cruzadas, la producción de jabón se extendió por todo el Mediterráneo, siendo considerado el jabón de Alepo como el antecesor del jabón de Marsella y el jabón de Castilla.

El proceso de elaboración tradicional en caliente es el siguiente: primero se cuece durante un día y a 200 grados los ingredientes: el aceite de oliva, el aceite de bayas de laurel, agua y sosa cáustica. A continuación, el jabón se esparce en una superficie rectangular y de forma unificada, dejándolo durante un día para que vaya enfriándose. Una vez solidificado, se procede a cortarlo manualmente y a estamparle el cuño identificativo de cada fabricante. Finalmente, se procede a su almacenaje para la curación, que dura aproximadamente 8 meses. También se puede elaborar en frío, de forma que los ingredientes no son cocidos a 200 grados durante un día, sino que directamente se mezclan para iniciar el proceso de saponización y conseguir la traza. Este segundo proceso permite mantener mejor las propiedades naturales de los ingredientes.

Entre las propiedades dermatológicas del jabón de Alepo, todas ellas naturales, cabría destacar que la excelente combinación de los aceites de oliva y baya de laurel nutre, regenera y suaviza la piel, de cualquier tipo (grasa o seca). Contribuye al restablecimiento de la capa hidrolipídica de la piel. Además, es un buen antiséptico y desinfectante ya que protege de las infecciones cutáneas y agentes externos. También es un buen antipolillas que las mantiene alejadas de los armarios.

En definitiva, el jabón de Alepo es un producto muy completo que reúne una tradición milenaria y unas propiedades únicas para el cuidado personal.

20/09/2021
Pablo Martínez Muñiz
La Sultana. Jabones artesanales nace a partir de una pasión compartida de sus creadores por el mundo de los jabones artesanales. Carlos lleva toda la vida dedicándose al mundo de la peluquería y la belleza. En 2003 abrió el salón de peluquería y estética Milano en la localidad de Pinto (Madrid). Desde entonces no ha cesado de innovar en el cuidado del cabello e investigar en todo tipo de tratamientos de belleza y productos de cuidado corporal para ofrecer unos altos estándares de calidad a sus clientes. Pablo es fotógrafo y profesor universitario. Entre 2001 y 2010 residió en Estambul (Turquía) y durante esos años viajó frecuentemente a Siria, donde descubrió el famoso y milenario jabón de Alepo, investigó sus múltiples propiedades y empezó a utilizarlo.

Un día decidieron aprender a fabricar jabones artesanales. Se pusieron manos a la obra y empezaron a experimentar con diferentes tipos de aceites y productos vegetales. Fueron estudiando sus propiedades nutritivas y dermatológicas hasta conseguir un producto que reuniera los mayores estándares de calidad. Tras este proceso, fueron seis las recetas de jabones que eligieron: jabón de Alepo, jabón de laurel, jabón de avena, jabón de romero, jabón de naranja y canela y jabón de cáñamo.

Carlos es el responsable de elaborar los jabones siguiendo una técnica cien por cien artesanal en la cual el jabón, una vez ha iniciado el proceso de saponización y adquirido la traza, es depositado en unos moldes en los que permanece entre veinticuatro y cuarenta y ocho horas antes de ser cortado es pastillas. Posteriormente el jabón ha de reposar un mínimo de un mes antes de poder ser utilizado. Pablo se encarga de la parte creativa de La Sultana. Jabones artesanales: fotografía, identidad creativa, diseño de packaging y diseño web. Se ha inspirado en diversos ornamentos islámicos presentes en algunos de los monumentos islámicos más importantes: la Alhambra de Granada, la mezquita de los Omeyas de Damasco, el palacio de Topkapi de Estambul o la mezquita de Córdoba. Esta revisión del ornamento islámico se materializa en una imagen de marca que compagina un gusto por la tradición y la modernidad.

Todos nuestros jabones están elaborados artesanalmente con diferentes tipos de aceites, agua, sosa cáustica y productos vegetales molidos y/o infusionados, ingredientes todos ellos de primerísima calidad. En su elaboración no utilizamos ningún tipo de colorante químico, que confiere a los jabones de fabricación industrial un color muy saturado y brillante. Es por ello que nuestros jabones presentan colores suaves y un aspecto natural. Tampoco utilizamos ningún producto de origen animal, lo que los convierte en jabones cien por cien veganos. Comprometidos con el medio ambiente, para el envoltorio y envío de nuestros jabones utilizamos únicamente papel reciclado, un producto 100% ecológico y biodegradable.